Nuestro Ocaso
Embebiendo dos jugos a la vez,
el néctar de mandarinas y el zumo de las poesías,
Así cautivado por ambos,
busco una sombra tranquila y suave para susurrar al oído de mi amada unas palabras,
tan enérgicas como verbos.
Ven que se hace tarde.
Ya el poniente sol convirtió en rosicleres los arreboles serenos de nuestro ocaso.
j.a.canto, MBA
miércoles, 5 de marzo de 2008
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