martes, 30 de diciembre de 2008

EDITORIAL SOBRE LITERATOS

El Alefiano Sinderético


La existencia de clubes literarios donde literatos, lectores críticos, sofistas debutantes y letrados establecidos discuten la actualidad parece inquietar a algunos. ¿Por qué le llaman "talleres" a estos centros lúdicos del saber? ¿Será que los que participásemos en esta actividad somos hacedores y no pro activos creadores del post modernismo?



Nos retorcemos internamente con cierta nausea existencial al pensar de nosotros como meros hacedores de versos, pulidores de frases ambiguas, recicladores de metáforas, lavadores de metonimias, secadores de ensayos y cuentos, etcetera.



No es así. Si es de nosotros decidir, nunca se verán las musas llorar por la ausencia de la poesía o la prosa bien lograda. Pensamos con los ultraístas que podemos aproximar la cuadratura del círculo. Que el "quehacer escritural", palabras de J. Marmol, es un continuo acercamiento al absoluto, a un imposible. Gusto de pensar que los pensamientos son más que meras pulsaciones físico-químicas del cerebro o instantáneas agrupaciones aleatorias de dendritas. Quiero que el dictum descartesiano:"cogito, ergo sum" se entienda como incluyente del ser completo físico-espiritual.



Los alefianos participan del sincretismo cultural más amplio. Nos miramos cada día en el espejo mágico de un cuento de Borges o Cortazar, alumbrados por la lámpara de Aladino, todo al compás de la música de Mussorsky-"Pictures on an exhibition".



Sabemos que para los griegos somos la primera letra del alfabeto y para los escandinavos la primera y la última. Nadie se quedo en nuestro círculo sin desarrollar el hábito de leer pro activamente. Pues el que no haya leído a los mejores escritores no puede pretender escribir. Escribir bien sin emulación servil es la meta. La praxis intelectual-creacional preferida por sus posibilidades trascendentales y lúdicas es la escritura. Descreemos de los hablantes desmemoriados; los escritores sin ética que confunden lo lúdico con lo vulgar y asqueante.



Aceptamos la racionabilidad de la producción literaria individual. La lógica natural de cada cual. Acogemos la presentación de lo absurdo de la cotidianidad como punto de partida para versificarla, no anularla. Como los puntos que conforman un círculo son teóricamente infinitos así los puntos de vista u opiniones de los artistas también lo son.



Para aquellos que escribimos por contribuir a la permanencia del arte como manifestación humana con pretensiones universales, el Aleph representa un hito de importancia capital. De nuestra parte, no llorarán las musas en el sepelio del poema.

j. a. canto, MBA

1 comentario:

Orlando Muñoz dijo...

Esto me da un poco de nostalgia de aquellos buenos momentos, amigo... Saludos desde Santo Domingo.