Wittgenstein: El Profeta del Silencio
-------------------´´Lo que puede ser dicho es de poco valor.´´
Se colige de lo citado que lo que se puede pensar o escribir es de valor insignificante. Lo primordial seria definir lo que el filósofo entiende por valor o por valioso. ¿Cómo saber que algo tiene valor? Lo primero es recordarnos de la relatividad de las cosas. Lo que es valido para mi puede no serlo para otros y viceversa. Pocas cosas son tan caras como la belleza. ¿Qué no daría un anciano por ser joven y hermoso de nuevo? La verdad es que la belleza, la hermosura, la juventud y la salud van juntas en nuestra vida. Dijo un poeta: ´´Youth is wasted on the young´´y tenía razón pues nadie desprecia tanto la salud como el joven. Jenny, la joven de la saga´´Thibault´´de Dugard, le confiesa a su amado que quiere morir con él y así compartir su albur de soldado en la ´´Gran guerra´´de 1914. Mientras exista algo bello y de forma perfecta, o algo considerado sublime por su armonía y musicalidad, habrá alguien que lo valore y lo aprecie. Su apreciación de lo bello aumentara en razón directa a la abundancia de lo feo, lo deforme, y lo cacofónico. ¿Cuál sería el valor de lo bueno: el mejor manjar, la más preciada bebida, el más elegante vestido? Evidentemente, mucho en toda época. Así mismo el valor de una mujer es altísimo. ¨Mujer buena, quién la hallara pues su valor supera el de las piedras preciosas´. (Proverbios). Podríamos concluir que Wittgenstein tiene razón en el ámbito de lo mal dicho y peor escrito. Aunque el pensamiento del hombre este circunscrito a un conjunto limitado de signos fuera del significado de los cuales le es imposible pensar y comunicarse, su imaginación puede ser genial con destellos deslumbrantes. Desvalorar el silencio, la pausa, sobre el sonido de las notas musicales de la Novena sinfonía de Beethoven seria como escoger la estéril en vez de la tierra fértil. Podríamos valorar igual el sonido y la pausa. Seríamos entonces indiferentes ante una vida en la Torre de Londres, incomunicados, a una llena de sonidos de todo tipo - música digamos. Pero nunca somos indiferentes ante una vida colmada de pausas prolongadas y de inmensos silencios. Antes de nacer el niño escucha las palabras que emite la madre. Estamos condicionados a preferir el sonido familiar, la música de la vida al silencio sepulcral. Por eso nos hiere el silencio, la pausa. J. A. Canto, m.b.a.
miércoles, 31 de octubre de 2007
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