El Reino del Olvido
¨El olvido, sustituto perfecto de la venganza,¨ del autor.
Todo cuento antiguo que pretendía algún día ser considerado un clásico comenzaba así- ¨Había una vez¨ Pero, comenzaré este con: ¨Erase una vez en un reino olvidado un rey que engendró doce hijos.¨
A todos les encomendó tareas específicas después de terminada su esmerada educación medieval. Habrían de ocuparse, como Absalom, de hacerle justicia al pueblo llano- los trabajadores del campo, los productores de trigo y cebada. Eran estos discriminados y explotados inmisericordemente. Los pequeños vecindarios, las villas de Navarra albergaban entonces a muchos ciegos quienes habían perdido su vista parcial o totalmente en las fraguas de armas de acero o herramientas útiles en las guerras. Los comerciantes campeaban por sus fueros, usaban el agio y la usura para mantener su boato.
Un día hallándose el príncipe Iñigo en Tudela, Iñigo por su ilustre antepasado Iñigo de Arista, vencedor del Emperador Carlomagno, se detuvo a limosnear un ciego de los tantos que habitaban el reino. El ciego le informó que los ciegos de Navarra, de los cuales él era su presidente, necesitaban constituirse en una sociedad de no-videntes en virtud de su agudizada facultad auditiva.
Un príncipe justiciero como él necesitaba saber lo que la gente decía de las leyes reales contra el agio, la usura y la evasión de impuestos; así que le facultó para ser presidente de su sociedad siempre que informaran sobre todas las personas que Vox populi acusara de esos crímenes contra el bienestar del pueblo.
El informe de los ciegos a los doce príncipes reunidos en Estella incluía a todos los comerciantes importantes del reino y además a los dueños y concesionarios de las minas de plata, cobre e hierro. Iñigo recomendó prisión para los comerciantes a quienes la corte declarase culpables, sentencia a ser reducida a libertad bajo palabra si dedicaban parte de sus ingresos a hacer obras de caridad a favor de los ciegos. Pronto los comerciantes comenzaron a ayudar únicamente a la asociación de ciegos a cambio de su silencio.¿Que príncipe osaría actuar sin información confiable? Al tiempo, los operadores de minas y los acuñadores de monedas se unieron a la causa mercantil para sostener sus economías.
Cansados de luchar con los ricos comerciantes, quienes ya se habían agenciado el padrinazgo de los nobles franceses, los príncipes apelaron al rey. Nadie podía cuestionar una decisión real y ni aun el mismo rey podría revertirla. El rey, tan sabio en la guerra como en la paz, no hizo ninguna decisión resolutoria sino que les hizo una sola pregunta: ¿Entre mis leales súbditos, quién paga más impuestos que los ricos comerciantes de Navarra?La pujanza y valentía de los príncipes imberbes, después de muchos años, lograron sumir en el olvido las enseñanzas de los sabios. Reinó el olvido.
Un vasallo español con el apoyo de los Luises de Francia, apellidado García, llegó a gobernar Navarra desde Pamplona. Las veleidades taurinas de éste gobernante hasta hoy adornan las festividades más importantes del país de los Várdulos y Vascones: las corridas de toros y el bullicio ruidoso de las masas. Ese correr estrepitoso de las gentes pareciera llevarlas al conocimiento más abstracto de la historia y del mito. Al punto donde el regente de los dioses se convirtió en bestia para raptar a Europa.
j.a. canto, MBA
lunes, 18 de febrero de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario