Ludicismo y crueldad: ¨El final del juego" y Otros Cuentos de Cortázar
Los amanuenses de Cortázar estarán de pláceme cuando les diga que el vate y novelista debe de recibir un premio Nóbel de literatura póstumo tanto por sus aportes a la novelística universal como al cuento hispanoamericano. El era originalísimo. Usaba el hablar porteño en sus cuentos con el característico "vos" seguido de un sintáctico, pero arcaico fonéticamente, verbo en segunda persona singular. Era un genio, claro, libre de transgredir las leyes del idioma culto y transcribir el habla coloquial. Libérrimo en "El móvil", él se hace dueño de la venganza como patrimonio individual. El uso del arcaísmo, el equívoco lingüístico mas popular en su pueblo lo alza hasta sobrepasar a las obras de escritores mas cercanos a nosotros como Uslar Pietri, Juan Bosch y otros. El uso de comillas parecería resolver el asunto. ¿Pero, para que? no seguir las reglas sintácticas u ortográficas es genial en autores como James Joyce y los antiguos griegos. Véase, los evangelios según Tomás Didimos y "María de Magdala".
El desvío hacia el localismo verbal, quizás con la anuencia tacita de la real academia, y el ludicismo literario parece ocurrir con más frecuencia en Latinoamérica que en España. Allá el idioma ha evolucionado más rápido. El ensayo europeo se vería desprovisto de lo lúdico por muchos siglos bajo el ojo del Santo Oficio y su requerimiento del "nihil obstat" para su publicación.
La crueldad se hace corpórea en los cuentos de Cortázar en cambio, el ludicismo de Cortázar no es festivo o fantástico sino cínico-irónico, medularmente sesudo y lucido. Es un Borges sin ilusiones o fantasías y un creador de imágenes verbales enunciativas de un profundo conocimiento psicológico-humanístico. Copiábamos de los animales el insinuaba.
El ¨ Yo¨ narrativo se desborda al segregar a los amantes en "El final del juego"- la historia de Leticia y Holanda. El cuento se concentra en un juego de niñas que, como en la rayuela, las protagonistas hacen algo con sus cuerpos. Aquí los cuerpos se inmovilizan quedando petrificados, como al mirar la medusa, en estatuas y actitudes. Las actitudes dibujan estados de ánimo mientras que las estatuas a alguien o algo especial. Actúan en un lugar cercano a su casa donde pasa despacio un tranvía lleno de pasajeros de toda edad y ocupación. Este lugar les era prohibido por la madre y la tía Ruth. "La primera en iniciar el juego era Leticia, la mas feliz de las tres y la mas privilegiada". Ninguna pasaba de cincuenta kilos y la Leticia sufría parálisis y parecía una tabla de planchar de tiesa al caminar. Ellas, para entretenerse, torturan un gato llamado José, salen al anden cada día para hacer lo que les toque en el juego y leen "el tesoro de la juventud". Un papel cae sobre el terraplén y el nombre de Ariel aparece en la historia. El parece estar mas interesado en Leticia que en las demás y pagan tanto el como Leticia el altísimo precio de jamás volver a verse, aunque el la busca con esfuerzo. La maldición de su madre se comienza a cumplir:"acabaran en la calle, estas mal nacidas". Sospecho que Cortázar se refería por inferencia a las tres gracias- estatuas romanas - o quizás a las tres parcas que destejen el destino de los hombres: Cloto, Átropos, y por cambiar digamos holanda.
Parece ser que la redención jamás se asoma para beneficiar a los amantes. El "yo" narrativo de Cortázar se explaya insensitivo e implacable en cuentos de categoría magistral como " Las menadas" donde los cuerpos se reducirán a sombras epilépticas y volúmenes informes. Este yo inmisericorde cataloga a Morand en "El ídolo de las cicladas" como un imbécil. Pero es en "Una flor amarilla" donde el "yo" se ensaña, con particular hiel, contra Luc (el protagonista) a quien condena tres veces, como si una vez no fuera suficiente, a su "imbécil vida fracasada". Por último, para justificar el asesinato de un amigo de infancia, así habla el "yo" del numero tres en el cuento "Los amigos": ¨no quería fumar, pero tenia la boca seca y le daba rabia". Entonces, le dispara sin motivo que no fuera el dinero, sin un "casus belli", sin cuestionarse. Cruel.
J. A. Canto, M.B.A.
lunes, 31 de diciembre de 2007
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