lunes, 31 de diciembre de 2007

CUENTO

Los ojos del chacal

"Nunca ejecuté a un hombre que no mereciera morir." Policarpo Soler, el chacal de Oriente.


No podía saber si el contrato verdaderamente provenía de la mafia o del ala procastrista cubana en la Florida. Ni me importaba. Sabía que habían pagado al "district attorney"para que me dieran "parole" diez anos antes de que terminara mi injusta sentencia por homicidio involuntario de una gobernadora del estado. Delito del cual me declare inocente. Usando algún tecnicismo legal, los administradores de justicia me dieron parole irrevocable si permanecía dentro de los límites estatales. Llamé al número telefónico que me habían dado y esperé. El maletín negro con la clave, 5-nc5-32, estaba allí donde el ujier del aeropuerto de Fort Lauderdale lo había dejado minutos antes. No lo abrí. Lo tome al auto y, después de encender el motor, lo abrí cautelosamente. Un contrato de una pagina, con foto, y una dirección electrónica para más instrucciones; y un cheque a mi favor por cien mil dólares. El cheque estaba librado contra la cuenta bancaria de una prestigiosa casa de corretaje newyorkina. En la línea dedicada a "propósito" se leía:'primera parte de la herencia #10-677, Policarpo. Deposité el cheque en mi cuenta de inversiones con Merrill Lynch. El contrato estipulaba la ejecución de P. S. bajo los mismos términos prevalecientes en 1990. Entonces, me tocó la suerte de participar en el contrato contra Castelanos supuestamente pagado por Gatti en New York. Castelanos acostumbraba a almorzar en el mismo restaurante durante los días de semana localizado en el bajo Manhattan. La ráfaga de balas disparada desde un auto en movimiento lo abatió antes de que pudiera defenderse. !Pobre chico! quiso jugar en las grandes ligas sin antes haber aprendido a atrapar bolas rápidas con los dientes. Me inculparon los federales en aquel crimen. Cómplice por haber leído el contrato. Cumplí unos meses en New York y volví a la Florida. Libre ahora leo el mismo contrato con esta diferencia: dirección, justicia@yahoo.com. Allí se encontraba la foto y las especificaciones:"extreme prejudice". Logre componerme con un Don Julio tequila súper premium. Actuar o rezar. Mi mente se mecía entre esos dos verbos y entre ratos la lectura del"Bestiario"de Julio Cortazar. No actuar en estas circunstancias me convertiría en víctima inmerecidamente. Rezar me expondría a morir como el rey Eric (circa 900 a.D.), santo y mártir, por rehusar ahogar en sangre la rebelión escandinava. En la cárcel, rezar es algo bueno pero la libertad requiere de lucha constante en favor del bien propio y del ajeno.
Se alojaba en un hotel de Key Biscayne con "mooring rights" en la marina. Su yate, "el Belerofonte", tenía 70 metros de eslora y estaba presto a luchar contra las quimeras del mar, como lo habría hecho el héroe de la leyenda clásica. La orden requería su intercepción en aguas internacionales entre la Florida Keys y Cuba. Llegada la hora exacta vimos partir "el Belerofonte" con su preciosa carga humana: P.S., dos chicas alemanas y Curzio Malaparte, un viejo timonel que había servido largamente en la flota petrolera venezolana. P.S. no variaba su rutina. Los domingos no eran para misas. Estaban dedicados al whisky de 15 anos de añejacion servido a la roca, a degustar mariscos y a las chicas con pieles bronceadas al sol. Dos lanchas rápidas harían el trabajo. Los muchachos usarían ropaje y banderas cubanas, chalecos antibalas y seis rifles automáticos. Sólo P.S. seria obligado a nadar hacia la costa de su elección: la Habana al sur, Miami al norte. Los tiburones harían el resto. Recogí mi maletín negro y entré a la casa a ver en pantalla grande a Pierce Brosnan en "The world is not enough", mi película favorita de James Bond.
j.a.canto,MBA

1 comentario:

Unknown dijo...

Interesante cuento...