domingo, 23 de diciembre de 2007

HISTORIA

Il Duce: El Rostro Venerable

"Vivimos inmersos en una telaraña de engaños." N. Chomsky, "La Quinta Libertad".

La historia narra solamente parte de la realidad; la otra viene en forma de sueños y fantasías literarias. Lo que pudo haber sido es a veces más esclarecedor que los simples hechos.Benito, por lo del santo Benedicto, había nacido bajo el signo de Leo en Prato, Italia. Ahora en 1945, se hallaba a apenas tres meses de cumplir sus 62 años de los cuales 22 los había pasado como líder absoluto del partido fascista italiano. Creía en el triunfo final de su causa anticomunista y anti-internacionalista. El estado nacional como el poder político supremo. Un estado en el cual el individuo es sólo una célula en el corpus estatal. Todo estaba listo para su dimisión. Esta sería seguida por el levantamiento del ejército de Badoglio contra la monarquía. Le seguiría la abdicación del rey y la proclamación de la república. La historia confirma estos hechos. No así la llamada telefónica del Duce a Achille Staraze, secretario general del partido en Milán. Después de la llamada, los escuadrones comunistas de la muerte fueron alertados. Ellos competirían para recibirlo.Las comunicaciones invalidaron la mejor de las estrategias de escape. Los aliados controlaban casi toda Italia. El Inglés y en menor medida el Francés de haberlos estudiado habrían prevenido a Mussolini de la trampa comunista en Milán. Il Duce recordaba poco de la historia de esa ciudad. No fue lugar seguro para el Duque de Sforza, cuando el Condestable Borbón la conquistó para uno de los santos luises de Francia. El teléfono siempre está intervenido en tiempos de guerra.Sería risible pensar que Claretta, su mujer, no se lo insinuara al verlo charlar por horas con sus "amigos" correligionarios sobre el futuro de Italia bajo la república. El partido sobrevivirá decía a sus interlocutores. Con el tiempo, ganaría popularidad aunque en Roma no llegasen a cincuenta los fascistas capaces de defenderlo públicamente. Rememoraba la larga campaña clientelar para lograr el control de las Cámaras Legislativas. Las manifestaciones multitudinarias seguidas de noches memorables de pasión se agolpaban en su mente. Hablaría a todos sin escuchar las Casandras. ¿Cómo puede perecer si es la verdad? El fascismo como doctrina resurgiría de sus cenizas. Olvidaba la pregunta del insigne ecuestre Pilatus: ¿"Qué es la verdad"? Claretta lo esperaba impaciente. Quería quedarse en Roma con las monjas Claretianas. Ellas tenían "la verdad". Las estrellas bajo el signo justiciero de Tauro indicaban una fatídica resolución al drama.Las órdenes obligaban a los soldados alemanes a abandonar a Benito y Claretta en el palacio de gobernación en Milano y retornar a Alemania. Ningún soldado italiano los acompañaría. Nadie levantó su voz para impedir al asesino Walter Audisio que disparara contra la frente de Claretta y, después volverse hacia el rostro venerable del Duce. j. a. canto, 2006

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